Latifundiarios promuevem quemadas en la Floresta Amazónica como aceno al gobierno Bolsonaro. Movimientos y sociedad civil se organizan en rechazo y exigen “Fuera Bolsonaro”
En el día 10 de agosto de este año, hacendados del municipio de Nova Progresso, en Pará, región norte de Brasil, hicieron la acción que llamaron de “Día del Fuego”, en la cual realizaron incendios de manera orquestada. Los incendios afectaron enormemente a la población y también a una unidad de conservación de la región. Los mismos hacendados asumieron que se sienten amparados por la política del gobierno federal para hacer acciones como esta. Afirmaron que la fecha tenía la intención de mostrar al presidente que ellos “quieren trabajar”.
El ritmo de la destrucción de nuestros bienes comunes ha sido cada vez más acelerado en Brasil, lo que pone la cuestión de la Amazonía en el centro de muchos debates, nacionales y internacionales. Nosotras, las mujeres, estamos atentas a eso hace mucho tiempo, por sermos las primeras afectadas por el avance del capital en nuestros territorios. Cuando llegan los emprendimientos de mineración y agronegocio, las mujeres son las primeras a tener la vida afectada por la pérdida de la tierra, que tenía la función de producción de alimentos para autoconsumo, para fines como la privatización del agua, y son las que ven aumentar la violencia y explotación sexual. Mucho nos preocupa el fortalecimiento de ese modelo que ha sido muy impulsado por la política del gobierno Bolsonaro, responsable por la reducción de fiscalización ambiental, la flexibilización de leyes que garantizaban la conservación, la quita de derechos de las comunidades y el incentivo a actos de violencia y destrucción por parte de latifundiarios y dueños de empresas. Este año en Brasil, observamos un incremento de la violencia hacia comunidades, liderazgos y mismo agentes de órganos ambientales.
El caso de Nova Progresso es emblemático de los tiempos que estamos viviendo, pero sabemos a través de dados de INPE – órgano que viene sendo sistemáticamente desmontado por Bolsonaro – que el número de quemadas creció en toda Amazonía. El número de puntos de incendio se ha triplicado en relación al mes de agosto de 2019, y 1.701km2 (que equivalen a 170.100 campos de fútbol) de floresta fueron deforestados. La ocurrencia de incendios naturales en Amazonía es muy rara, por la humedad, entonces es facto que el aumento no tiene relación con posibles cambios en el clima de este año. Los incendios fueron realizados como instrumento de deforestamiento, con ganas de fortificar más aún la expansión territorial del agronegocio. Los incendios también han aumentado en casi todos los otros biomas brasileños, y vienen ocurriendo también en países vecinos, en la Amazonía Boliviana y en el Pantanal Boliviano y Paraguayo.
Eso evidencia que el ataque a la vida y a las comunidades se intensifica no solamente en Brasil, sino que también en otros países más de Latinoamérica. El ascenso de los gobiernos neoliberales de ultra derecha en la región crea condiciones para que el agronegocio y la minería sientan que pueden avanzar sus fronteras sin sufrir las consecuencias. Por eso, nuestras luchas también son construidas regionalmente, contra las transnacionales, la financierización, privatización y militarización de nuestros territorios. La Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo es un espacio de afirmación de que nuestra estrategia de lucha para ese tiempo necesita ser conjunta, y la solidaridad con el pueblo venezolano contra el imperialismo estadounidense ha sido un ejemplo de eso.
Las quemadas en Amazonía fueron largamente difundidas y generaron rechazo e indignación por parte de diversos sectores del pueblo. El gobierno Bolsonaro empezó a ser muy presionado por organizaciones y movimientos nacionales e internacionales. Como respuesta a las presiones, lo que nos tiene presentado es más de las falsas soluciones del mercado, que ya conocemos y que no mejoran los problemas reales de la vida de las personas. El Ministro de Medio Ambiente Ricardo Salles, después de las inúmeras críticas recibidas por la falta de política ambiental, mantiene un discurso de que solo alcanzaremos la preservación de Amazonía si la disponibilizamos a la generación de lucro de las empresas. Siempre que es urgente detener la devastación ambiental, los agentes del mercado nos ofrecen esas falsas soluciones. Cuando aceptan que se vendan las florestas en la bolsa de valores, a través de los créditos de carbono, las comunidades pierden su derecho al territorio, y lo que ganan es la limitación de sus prácticas tradicionales de agricultura, la vigilancia y el control de los mecanismos de fiscalización.
Los gobiernos neoliberales han presentado solo dos opciones para la política ambiental: o la destrucción total de la naturaleza y de los bienes comunes en nombre de mega emprendimientos de agronegocio y minería, o la financierización de la naturaleza que culmina en el control de los modos de vida de las comunidades.
Como feministas, rechazamos las dos opciones, afirmando que ninguna nos sirve para ser un proyecto emancipatorio para las comunidades y las mujeres. En el mundo que queremos, la relación con la tierra la construimos a través de la agroecología y de la soberanía alimentaria y energética. Las luchas que llevamos a cabo son amplias, como la lucha por reforma agraria, pero también la estamos llevando en las vidas cotidianas de las mujeres en la construcción de los comunes: en el trabajo colectivo, en la manutención de los bancos de semillas, en las cocinas compartidas, en la organización local del feminismo.
Marcha Mundial de las Mujeres Brasil
Septiembre de 2019