Desafío de organización de feminismo anticapitalista es discutido por la Marcha Mundial de las Mujeres

En la tarde de este martes (18), el seminario internacional “Resistencia y construcción de movimiento: confrontando al neoliberalismo desde la economía feminista y los comunes”, organizado por la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), que reúne militantes feministas de países de las Américas, Europa, África, Asia y Medio Oriente, discutió los desafíos del movimiento feminista en la nueva orden neoliberal.

Es común la avaliación de que las mujeres son la principal fuerza de resistencia y confrontación al ascenso de la extrema derecha en distintas partes del mundo. Pero también es común la percepción de la tendencia de mercantilización e instrumentalización del feminismo, con la apropiación fragmentada de slogans que depotilizan a los contenidos.

Colectivamente, reafirmamos que el feminismo que queremos es lo que cambia la vida de las mujeres para cambiar el mundo, y cambia el mundo para cambiar la vida de las mujeres, en un mismo movimiento. Este feminismo tiene en su centro el compromiso profundo con la transformación de la sociedad, con la lucha por el fin del capitalismo, del patriarcado y del racismo, porque comprendemos que estes sistemas de explotación son bases de la opresión que vivimos. No nos basta la representación en esta sociedad. Queremos una sociedad nueva por entero.

Por eso, el enfoque del debate fue el desafío de la organización permanente, para allá de grandes fechas de movilización. Apostamos en la auto organización de las mujeres como sujeto político y en el proceso de reorganización de las relaciones económicas y, luego, de la vida en ámbito local. Esta nueva organización social está siendo construida cotidianamente por las mujeres a partir de sus territorios.

Para nosotras, transformar la sociedad es romper con la división sexual del trabajo, con el extractivismo y la militarización de los cuerpos, vidas y territorios. Desde nuestro feminismo, reafirmamos que es necesario hacer una crítica integral al sistema capitalista, patriarcal y racista. El desafío es conectar las luchas por autonomía sobre los cuerpos, la sexualidad y la vida, con las resistencias a las nuevas estrategias de colonización de nuestros cuerpos y territorios.

Las participantes afirmaron el feminismo como un movimiento social, no solo un comportamiento o un discurso, o sea, lo posicionaron como un proceso político de un sujeto colectivo. La clase es una dimensión central en ese movimiento, así como lo es el reconocimiento de que las mujeres trabajadoras, campesinas, negras, quilombolas e indígenas han sido sujetos colectivos, capaces de grandes movilizaciones y de confrontos cotidianos al capitalismo racista y patriarcal. Un desafío – que también es resistencia – es no permitir que esas luchas sean apagadas y ocultadas del presente como ya fueron antes en la historia.